domingo, 8 de abril de 2007

JUVENTUD, FUTURO O PRESENTE?

Siempre se ha vendido la idea y a alto grado se nos ha convencido de que la juventud es el futuro de los pueblos, de la Iglesia, de la sociedad, pero en torno a este tema exhorto a todos los jóvenes a que reflexionemos y utilicemos no más que el sentido común al respecto; pues en la juventud no sólo radica el futuro de la sociedad, de los pueblos, del mundo, sino más bien que ese futuro es el presente (AHORA), de no ser así, luego los que hoy son jóvenes, en el “futuro” ya no lo serán, y así habrán transitado zigzagueantemente como muchos por los senderos de la vida sin haber puesto en ejecución todas aquellas energías, fortalezas y potenciales que por naturaleza poseyeron en mayor o menor grado en esa etapa de su efímera existencia.

Por imperativo de nuestras convicciones, de que sí podemos rescatar nuestros valores culturales, y de que poseemos los potenciales necesarios para ello, debemos y tenemos que unificar nuestros esfuerzos en pos de que el eco de nuestras voces llegue a los lugares más distantes, a las almas más inertes, a los corazones más dilatados e insensibles.

Es preciso entender que un hombre sin visión está condenado a perecer, y es por esa sencilla razón que hoy hago sentir la gravedad de mi voz a modo de que se entienda que debemos mantenernos insoslayablemente unidos para alcanzar objetivos, metas e ideales cuyos resultados arrojados beneficien a la colectividad, a los más urgidos y desprovistos de una mano amiga, del calor humano, de una sonrisa sincera, de un abrazo sin hipocresías ni reservas, de una escucha sin prejuicios ni prisas, de un pedazo de pan, de un cuaderno para ir a la escuela, de una aspirina para el dolor.

Es obvio que si carecemos de grandes sueños obtendremos resultados muy ínfimos, por esa y por otras muchas más realidades debemos materializar nuestro gran ideal “Que los jóvenes tengan identidad propia, que tengan metas definidas, que en su cotidiano quehacer entiendan, descubran y pongan en práctica los principios de respeto, equidad, justicia e igualdad y que sus líderes y modelos a seguir sean auténticos.”

En los tiempos actuales los jóvenes se enfrentan a grandes amenazas, amenazas de manipulación, información distorsionada y propaganda masificada que a su grado de proclividad los convierten en consumidores, en androides, en individuos carentes de la capacidad de discernimiento profundo, sin creatividad, carentes de pensamientos críticos, en seres (máquinas) moldeados a intereses muy particulares; y esta es una gran y penosa realidad que ha venido despojando a nuestros jóvenes de sus valores, principios, concepciones, criterios y hasta de sus propios proyectos de vida, y por ello reitero que un ser humano sin visión y sin ideales y objetivos claramente definidos está desgraciada e indefectiblemente condenado a perecer.

Jóvenes, despertemos ya, el antídoto a este indeseado letargo es la unificación de nuestras fuerzas y la lucha constante y persistente.


Los jóvenes somos un presente que pocos admiten, un presente dormido y que por nuestra inanición, neutralidad e inapetencia aún se nos cataloga como un futuro, un futuro que no es el presente sólo porque no hemos despertado.

Si hoy no vislumbramos nada promisorio al contemplar el horizonte de nuestra realidad social, es porque de alguna u otra forma la juventud no está ejerciendo su papel, aquel que dicta que debemos tomar el timón del barco, tirar del ancla y echarlo a andar rompiendo olas y mareas y de tal forma dar el uso adecuado al mismo, pues es bien sabido que un barco anclado en el muelle está fuera de peligro, pero realmente estos no fueron construidos con ese objetivo, sino para romper olas, llevar asombrosas cargas, enfrentar altas mareas y temperaturas inimaginables. Lo mismo sucede con los jóvenes; debemos enfrentar los retos que como tal deberíamos estar enfrentando. Los jóvenes siempre tendrán guerras y batallas a las cuales responder con valentía aunque en nuestros tiempos, realidades y espacio ello no implique tomar de las nuestras manos las armas; nuestra gran batalla es en contra del individualismo que se escenifica en nuestros días, de las injusticias de las cuales son victimas y victimarios desgraciadamente los jóvenes, de las privaciones de los entes sociales, especialmente la juventud.

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